Marian visitó el santuario histórico y habló con El Comercio sobre el explorador
Por: JAVIER LIZARZABURUelcomercio.pe.- Marian Bingham, de 71 años, es una joven septuagenaria, de suave trato y dedicada al arte. Ella vive en Estados Unidos, en la casa que tenía su abuelo en el estado de Connecticut. Este fue su primer viaje a Perú.
¿Qué tipo de hombre era Hiram Bingham?
Era una figura distante, un señor muy serio, muy adusto, que marcó mucho la vida de mi padre, quien fue su hijo mayor. De niña yo sabía que mi abuelo era un señor importante, pero murió cuando yo tenía 15 años.
¿De qué manera cree que Machu Picchu cambió a su abuelo?
Tuvo un impacto enorme. Toda la publicidad que recibió lo cambió y después decidió participar en política. Eso lo alejó de la vida académica y una vida tranquila. Machu Picchu lo convirtió en un hombre del mundo.
Él llega como parte de una serie de viajes por la región. ¿Por qué?
Él andaba buscando un tema al cual dedicarse de lleno, y sabía que había un renovado interés en América del Sur. No hay que olvidar que en 1904 se había firmado la Doctrina Monroe y la primera expedición de mi abuelo a Sudamérica se hizo en 1905.
Se dice que él inspiró el personaje de Indiana Jones en el cine…
Así es. Aunque mi abuelo no fue un arqueólogo, sí fue un adelantado en este campo, porque la mayoría de arqueólogos de esa época solo se dedicaba a excavar y nada más.
¿Y él qué hacía?
Buscaba que tomar medidas, fotografiar, guardar un registro específico de sus hallazgos. Se preocupaba mucho de que su trabajo fuera de la mejor calidad posible, y creo que es por eso que [la revista] “National Geographic” decidió auspiciar su viaje en 1911.
En los últimos años la imagen de su abuelo fue objeto de críticas…
Sé que ha habido varios libros escritos sobre él y también que hay todo tipo de opiniones.
Una de esas dice que vino acá a saquear tesoros…
No creo que él haya tenido ninguna intención de eso. Él era muy cuidadoso en documentar cada una de las piezas que encontraba, y yo estaría de acuerdo con la opinión que él quería proteger los objetos. Pero estos son puntos de vista personales. Seguramente habrá otros que tengan una idea distinta.
¿Qué piensa del problema que se dio con la Universidad de Yale sobre las piezas que su abuelo llevó a Estados Unidos?
Estoy contenta de que se haya resuelto el problema y muy feliz de que los peruanos las vayan a tener aquí, que pueda haber más gente que las vea y que estén cerca del lugar donde fueron encontradas.
¿Qué posición mantuvo su familia sobre este tema?
Mi familia quería proteger la reputación de mi abuelo en todo esto y decidimos en su momento que no tomaríamos una actitud pública. Al mismo tiempo, sabíamos que su visión sobre Machu Picchu: que lo conociera todo el mundo, la estaba realizando el Perú.
¿Existe alguna anécdota de su abuelo en la familia?
Bueno, él siempre viajaba mucho y tuvo siete hijos varones, y se decía que cada vez que regresaba de viaje le hacía un hijo a su mujer. Además, mi abuela era una mujer muy pequeñita: medía 1,55 m y él 1,93 m, y venían de dos mundos distintos.
¿Cómo así?
Ella era una chica de sociedad y él un hijo de misioneros protestantes. Una de las cosas más interesantes de su personalidad es que él era un disconforme, que quiso escapar del ambiente religioso y restrictivo en el que había crecido en Hawái.
¿Qué cree que diría Hiram Bingham de Machu Picchu, hoy?
Creo que él estaría muy feliz de ver lo que ha pasado con el lugar, de qué manera tan bella ha sido conservado. Durante sus varios viajes él vio también otras ruinas que no habían sido ‘descubiertas’ y es fantástico que el Perú pueda seguir trabajando y encontrando restos arqueológicos.
Cuando le preguntan a usted quién fue Hiram Bingham, ¿qué responde?
Que fue mi abuelo. Y solo después, que fue un explorador y un senador en nuestro país. Pero, sobre todo, un hombre de familia.
¿Y sobre Machu Picchu?
Que él se lo enseñó al mundo. Porque ustedes en el Perú ya sabían que estaba ahí. ¿Si dicen que él lo descubrió? No, no lo descubrió, porque Machu Picchu ya estaba ahí y la gente lo sabía. Él se enteró de eso y dio un paso más allá: traer la atención del mundo sobre la ciudadela inca.
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