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miércoles, 18 de enero de 2012

Si la ley SOPA hubiese existido hace 10 años...

EL MUNDO.es Si la ley SOPA hubiese existido hace 10 años hoy probablemente no existirían Google ni Yahoo!. Ni YouTube. Ni Flickr. Ni Wordpress o Blogger. Puede que tampoco Twitter ni Facebook. Incluso esmuy posible que gran parte del negocio de Amazon no se hubiese desarrollado. Y que compañías como Spotify o NetFlix jamás se hubiesen puesto en marcha porque nunca se habría creado la necesidad de que existiesen.
Todo lo que se publica está protegido por derechos de propiedad intelectual. Todo lo que está en Internet es también susceptible de enlazarse, copiarse, modificarse o reenviarse. Internet es tan dinámica como sus usuarios, que cambian constantemente y con ello modifican la Red y lo que hay en ella. Esta filosofía, lejos de ser un problema, es un gran avance, y de hecho al calor de este modelo han aparecido algunos de los mayores avances del conocimiento, la tecnología o los negocios de la últma década.


Si hace 10 años normativas como SOPA-PIPA o la 'ley Sinde' hubiese permitido boicotear y censurar un sitio web porque podría -condicional- perjudicar al propietario de los derechos de propiedad intelectual de un obra, probablemente Google -o Yahoo!- no existiría porque en aquel momento el supuesto perjudicado habría argumentado que el buscador iba contra su modelo de negocio al enlazar directamente contenido protegido sin pasar por una página de inicio.
Asimismo, YouTube o Flickr se habrían ahogado entre demandas porque nada más aparecer cientos e incluso miles de usuarios se dedicaron a 'colgar' vídeos y fotografías protegidos por derechos de autor. Wordpress y Blogger tampoco hubiesen durado mucho ya que los autores que publicaban en estas plataformas enlazaban contenido protegido, usaban fotos con derechos de autor y vídeos sin permiso, en muchos casos de YouTube o Flickr. Algo muy parecido hubiese sucedido con Twitter y Facebook. Al no haberse desarrollado todos estos negocios es muy probable que la 'nube' de Amazon no hubiese visto la luz porque no habría sido necesaria. Y Spotify o NetFlix no serían hoy empresas boyantes que luchan por adaptar a la filosofía de Internet dos negocios de contenidos protegidos por derechos de autor porque nadie vería películas en la Red y ni siquiera existiría la necesidad de hacerlo de forma legítima.
Si en China, Túnez o Cuba el Gobierno decide que una página web incumple ciertas normas de su legislación, la bloquea. Es censura. Hasta ahora, esto era inconcebible en las democracias occidentales. Pero cada vez hay más normativas, como la 'ley Sinde', que dejan la puerta abierta a que eso suceda. La diferencia es que China censura páginas web que publican información contraria a su ideología oficial mientras en España se censurarán páginas que pueden -o no- provocar un daño a la propiedad intelectual.


Pero como en dichos países, en las democracias occidentales será posible, e incluso fácil, saltarse un bloqueo técnico y puntual como el que se pretende. Silenciar una página web en una zona determinada no es difícil. Apagarla es casi imposible, por lo que también lo es evitar el acceso. Es decir, ni la 'ley Sinde' ni la SOPA ni la PIPA son remedios eficaces para frenar las descargas ilegítimas de contenido protegido por derechos de autor.
Quien quiera descargar una película sin pagar podrá seguir haciéndolo. Quien quiera encontrar música gratis lo hará. Es inevitable y es parte del cambio que supone Internet. Las leyes restrictivas que tratan de impedirlo no sólo no lo lograrán, sino que pueden provocar que compañías e individuos que quieran lanzar nuevos productos en Internet piensen en hacerlo en países donde no haya restricciones y la legislación sea coherente.
Estos intentos de censurar la Red sólo pueden calificarse de desastre. Para los usuarios y para las compañías, que destruyen parte su imagen cada vez que emprenden una campaña de este tipo. Desde su punto de vista la culpa de todos sus males la tienen los usuarios y quienes ponen en marcha páginas para facilitar que éstos puedan acceder de forma sencilla, barata y cómoda a películas, series, música, libros u otro contenido.
Pero el problema no son las páginas de descargas ni los usuarios, el problema es doble, legal y empresarial:
- Legal porque las leyes de propiedad intelectual no están adaptadas a los cambios y novedades que supone Internet. Un canal que, antes de lo que todo el mundo piensa, será el principal y el más importante para la difusión de todo tipo de contenido.
- Empresarial porque las compañías de contenido siguen siendo rehacias a cambiar sus ciclos de negocio y a dar una oferta adecuada para Internet, tanto en tiempos como en precios.
Mientras no se solucionen ambos problemas lo que muchos llaman 'piratería' no dejará de serlo para los grandes productores de contenido y los gestores de derechos de autor, que prefieren decir #MeCaíEnUnaLancha a asumir su parte de culpa. Porque para la mayor parte de los autores nunca lo fue.

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