Ayer, Miraflores distinguió póstumamente al celebrado cuentista
Hijo del autor abre las puertas para reeditar toda su obra
José Vadillo Vila
jvadillo@editoraperu.com.pe
Si bien 2009 es un año particularmente “ribeyriano” (se recuerdan los quince años de la desaparición física del autor de La palabra del mudo, y se celebran los 80 años de su nacimiento), para el hijo de Julio Ramón Ribeyro, la gran meta es que la obra de uno de los mayores cuentistas hispanoamericanos sea difundida lo más que se pueda.
“Lo que mi madre y yo queremos es que se difunda la obra de mi padre en los lugares donde no es conocido, aunque se le considera un clásico, y como tal debería de estar en la mayor cantidad de países posibles”, comenta Julio Ramón Ribeyro Cordero.
El hijo del literato llegó al Perú después de cuatro años para recibir la Medalla Cívica de Miraflores que póstumamente otorgó ayer ese distrito a su padre y también para develar la placa del auditorio principal del remozado centro cultural Ricardo Palma, el cual de ahora en adelante llevará el nombre del celebérrimo autor.
Julio Ramón hijo, quien radica con su madre en París, explica que “es difícil” decir que en 2010 se editarán todos los libros agotados de su padre, conocido por ser muy reservado, casi invisible, y que no han vuelto en muchos años a reeditarse (La caza sutil, Sólo para fumadores y Dichos de Luder, entre otros).
Sin embargo, reconoció y agradeció que “a nivel del Perú” el interés por la obra de su padre sea permanente. Y que siempre está leyendo “con mucho orgullo y emoción sobre la afición del Perú para con mi padre”.
“Lo importante ahora es que en otros países se le reconozca como un clásico. Hacemos lo mejor que podemos, aunque es difícil tratar de vender la obra de un escritor que ya no está”, comenta. Recuerda que si bien en la actualidad es difícil poder editar algo de un escritor latinoamericano en Europa, donde “se ha perdido la afición hacia ellos que había hace veinte años”; destacó que en España la obra ribeyriana es muy conocida y títulos como los diarios La tentación del fracaso y sus colecciones de cuentos han sido publicados por las mejores editoriales y han logrado muy buenas críticas.
“Me gustaría que se mueva más el resto de su obra, porque siempre la gente pide lo mismo, sus cuentos, pero no piden sus ensayos, su teatro, sus Prosas apátridas, que no han sido publicadas en muchos sitios”, dice.
Ribeyro hijo recordó que lo complicado para la difusión internacional de la obra de su padre es que “desgraciadamente, a medida que va pasando el tiempo, la obra no va creciendo, mientras las editoriales buscan siempre tener novedades”.
Recordó que la edición de Seix Barral de la colección de cuentos de La palabra del mudo “en teoría, está hecha para ir a toda Sudamérica”, pero gran parte del legado literario ribeyriano todavía espera por su reedición y ser conocida por más público.
Y deja la puerta entreabierta para escuchar propuestas, como la de la editora Vivian Abenshushan, quien desea editar en México todo Ribeyro, para que el gran público goce de la fibra de este tímido y gran creador.
Hijo del autor abre las puertas para reeditar toda su obra
José Vadillo Vila
jvadillo@editoraperu.com.pe
Si bien 2009 es un año particularmente “ribeyriano” (se recuerdan los quince años de la desaparición física del autor de La palabra del mudo, y se celebran los 80 años de su nacimiento), para el hijo de Julio Ramón Ribeyro, la gran meta es que la obra de uno de los mayores cuentistas hispanoamericanos sea difundida lo más que se pueda.
“Lo que mi madre y yo queremos es que se difunda la obra de mi padre en los lugares donde no es conocido, aunque se le considera un clásico, y como tal debería de estar en la mayor cantidad de países posibles”, comenta Julio Ramón Ribeyro Cordero.
El hijo del literato llegó al Perú después de cuatro años para recibir la Medalla Cívica de Miraflores que póstumamente otorgó ayer ese distrito a su padre y también para develar la placa del auditorio principal del remozado centro cultural Ricardo Palma, el cual de ahora en adelante llevará el nombre del celebérrimo autor.
Julio Ramón hijo, quien radica con su madre en París, explica que “es difícil” decir que en 2010 se editarán todos los libros agotados de su padre, conocido por ser muy reservado, casi invisible, y que no han vuelto en muchos años a reeditarse (La caza sutil, Sólo para fumadores y Dichos de Luder, entre otros).
Sin embargo, reconoció y agradeció que “a nivel del Perú” el interés por la obra de su padre sea permanente. Y que siempre está leyendo “con mucho orgullo y emoción sobre la afición del Perú para con mi padre”.
“Lo importante ahora es que en otros países se le reconozca como un clásico. Hacemos lo mejor que podemos, aunque es difícil tratar de vender la obra de un escritor que ya no está”, comenta. Recuerda que si bien en la actualidad es difícil poder editar algo de un escritor latinoamericano en Europa, donde “se ha perdido la afición hacia ellos que había hace veinte años”; destacó que en España la obra ribeyriana es muy conocida y títulos como los diarios La tentación del fracaso y sus colecciones de cuentos han sido publicados por las mejores editoriales y han logrado muy buenas críticas.
“Me gustaría que se mueva más el resto de su obra, porque siempre la gente pide lo mismo, sus cuentos, pero no piden sus ensayos, su teatro, sus Prosas apátridas, que no han sido publicadas en muchos sitios”, dice.
Ribeyro hijo recordó que lo complicado para la difusión internacional de la obra de su padre es que “desgraciadamente, a medida que va pasando el tiempo, la obra no va creciendo, mientras las editoriales buscan siempre tener novedades”.
Recordó que la edición de Seix Barral de la colección de cuentos de La palabra del mudo “en teoría, está hecha para ir a toda Sudamérica”, pero gran parte del legado literario ribeyriano todavía espera por su reedición y ser conocida por más público.
Y deja la puerta entreabierta para escuchar propuestas, como la de la editora Vivian Abenshushan, quien desea editar en México todo Ribeyro, para que el gran público goce de la fibra de este tímido y gran creador.
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