Como ya es costumbre en estas fechas, centenares de niños se vuelcan a las calles, ataviados de los mas singulares disfraces complementados con antifaces y mascaras dotadas de rictus macabros, y de horribles expresiones que no hacen sino causar gracia, por la fealdad desmesurada que presentan.
La fiesta de Halloween, de origen céltico, celebrada por britanos en sus inicios, luego por romanos y adoptada por los americanos, para luego trasladarse a otros continentes, donde se ha hecho parte de otras culturas como la nuestra.
En Cañete, por ejemplo, los pequeños en su mayoría acompañados de hermanos mayores o con la complicidad de sus padres, se apostaban en los principales negocios de la ciudad para demandar de los negociantes los tradicionales dulces y caramelos, a la voz de "Trato o Truco", ¡Susto o Caramelo!
En el caso de los jóvenes, la celebración se traslada a las pistas de baile, de las discotecas, que ofrecen una especial y atractiva decoración alusiva a la fecha.
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