El Arte de Enseñar.- Sin ser irreverente, me atrevo a decir que: No son pocas las veces en que de seguro al asistir, ya sea físicamente o a través de los medios de comunicación masivos o virtuales a un discurso protocolar, nos resulte vacío, extenso y para colmo, soso y aburrido; aun muchas veces tratándose de celebridades.
Sin embargo, nuestro Premio Nobel de Literatura, sí que dio la talla, al deleitarnos, con un discurso, cuyo verbo sencillo y elegante al mismo tiempo; con el que pudo expresar sin decaer en la simpleza, emotivos pasajes de su vida familiar y literaria.
Fue sumamente ilustrativo al dar a conocer sus referentes literarios, haciendo una riquísima suma de citas, personajes y episodios de obras mundialmente conocidas, así como de toda una pléyade de autores perfectamente engarzados en la sustancia de su discurso.
En lo político, manifestó como de joven profesó equivocadamente ideologías que hoy resultan caducas, fue contundente al referirse que muchos pueblos han vivido violentos pasajes de su historia y que habiendo conquistando su democracia, estas aún son inestables.
Particularmente refiriéndose a nuestra patria expresó “ Al Perú lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, sufrí y soñé”.
Fue contundente al referirse a la forma de gobierno en Cuba y Venezuela: “Padecemos menos dictaduras que antaño, solo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela” y no tuvo reparos en calificar de “seudodemocracias populistas y payasas” a las formas de gobierno de Bolivia y Nicaragua”.
Su discurso que fue seguido con mucha solemnidad y en absoluto silencio, por los asistentes, de pronto al referirse a su esposa, fue estremecido por las palabras entrecortadas y llenas de emoción del laureado escritor, para luego irrumpir dicha solemnidad con un concierto de risas y carcajadas: “Es tan generosa, dijo. Que hasta cuando cree que me riñe me hace el mejor de los elogios (‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir’)”.
Visiblemente emocionado y aún enamorado de su esposa como el primer día, expreso: “el Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años…” “Sin ella, mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo y Morgana y los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia”.
Como colofón de su discurso expresó: "Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa, por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir lo posible en imposible".
Este bello e inolvidable discurso, titulado “Elogio de la lectura y la ficción”, cuya extensión y riqueza bien podría ya constituir en una de las más recientes producciones del Nobel peruano, ha conmovido a todo el mundo y quizás se convierta en el sello o huella indeleble e imperecederos, que traerán por siempre a nuestra memoria a uno de los Premios Nobel más populares.
Lea aquí el discurso completo
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